Desde
hace mucho tiempo, gran numerosos autores
han venido insistiendo en la necesidad de educar en valores; son varios los estudios
que han incidido en este campo y en todos ellos se hace referencia a la redundancia
de esta aseveración, ya que si no se educa en valores no sé está educando realmente
según mi punto de vista. Esta afirmación educativa queda, actualmente, fuera de
toda discusión, centrándose el problema actual no en el fundamento de los
valores educativos, sino
en qué valores son los que deben servir de sustrato y aplicación dentro de los procesos
educativos.
La
educación física y el deporte han sido y siguen siendo considerados de gran potencial
para el desarrollo de valores sociales y personales en el más propio sentido del tema, aumentando de esta forma
su importancia como elemento clave pedagógico
y formativo, pero creando una serie de opciones a los profesionales de la actividad
física sobre cómo se quiere que sea la Educación Física escolar y el Deporte escolar
o cómo se quiere que sea la práctica de esa actividad motórica en la escuela y fuera
de ella, de forma que permita alcanzar los valores que se desea.
La
Educación Física, por su vínculo con el Deporte escolar, debe promover los valores
que el deporte debe y puede desarrollar; esta disciplina tiene, a través de sus
contenidos y actividades, un enorme potencial para desarrollar al niño tanto
física como personalmente y, de esta forma, para contribuir a la mejora de la
persona. Las prácticas que se organicen deben buscar el desarrollo integral
como lo afirmó la secretaria general de la Universidad Deportiva del Sur Mcs Miriam Rodríguez en el Ciclo de
conferencia que se realizó, el desarrollo del cuerpo y de la mente, de la
autoestima, el sentido ético y moral, de responsabilidad, de autonomía, de
superación y de relación y aceptación de los demás, aceptación de las normas, de
cooperación, responsabilidad, etc. y todo esto en un clima lúdico y de
disfrute. En las clases de Educación Física, el niño debe aprender a competir,
resolver problemas, dialogar, superarse, ganar y perder, sin menospreciar a los
que lo hacen y disfrutar de la práctica como elemento formador, integrador y
emancipador.
El
deporte forma parte de la educación y la cultura de los hombres desde tiempos antiguos,
disfrutando de grandes y esplendorosas épocas a lo largo de la historia, pero también
ha tenido otras de marginación y ostracismo (postergación) en las que el
desarrollo físico quedó relegado a un segundo plano frente al intelectual. La
concepción del deporte no ha sido la misma en el devenir de los tiempos, de
modo que, en cada época, la jerarquía e interpretación de los valores no han sido
las mismas siempre, resaltándose unos sobre otros y considerando como positivos
ciertos valores que en otros tiempos han sido considerados como inaceptables. Y
es en ello en lo que radica esa relatividad de los valores y la necesidad de
interpretar cada uno de ellos en función de un tiempo y espacio sociocultural
concreto.
El
deporte es una actividad con diferentes acepciones en función de la óptica de
su estudio, largamente analizado y de una gran complejidad, que cambia su
significado en tanto se refiere a una actitud y actividad humana como, y sobre
todo, cuando se centra en una realidad social o en un conjunto de realidades sociales.
Se centrará en el concepto de deporte escolar, el cual, según Blázquez (1995),
tiene un doble sentido: por un lado, incluye aquellas prácticas físicas que se
desarrollan en el ámbito de la institución escolar, y, por otro, a las
actividades practicadas en edad escolar, no circunscritas a la escuela, pero
cuya realización también debe estar sujeta a una orientación educativa y
formativa, aunque sea desarrollada extra-escolarmente.
Durante
mucho tiempo, el deporte ha sido considerado como una excelente vía de promoción
y desarrollo de valores sociales y personales y han sido numerosos los autores que
han señalado valores relacionados con el desarrollo personal, el descubrimiento
y la educación social, los cuales perduraran durante toda la vida. Sin embargo,
últimamente han surgido voces discrepantes con estas afirmaciones, que se basan
en la progresiva relevancia del deporte como fenómeno social y su forma de
practicarlo, poniendo en tela de juicio su aspecto formativo en lo referente
fundamentalmente a los valores éticos.
En
esta línea, Gervilla afirma que: También el deporte se ha liberado del lirismo de
las virtudes y se ha puesto a tono con la lógica posmoralista, narcisista y espectacular.
En la actualidad, el deporte de masas es, en lo esencial, una actividad dominada
por la búsqueda del placer, del dinamismo, de la experiencia de uno mismo. Después
del deporte disciplinario y moralista, he aquí el deporte ocio, el deporte
salud, el deporte desafíos. La emoción corporal, el placer, la sensación, el
equilibrio íntimo, la forma física y psicológica son hoy los emblemas más
significativos del individualismo narcisista. Ya no del deporte aristocrático,
sino del deporte a la carta, en el que cada día aumenta la gama de ofertas diversificadas
en las que todas pretenden el culto al cuerpo. Así el deporte se ha desmoralizado,
se ha liberado de cualquier ideal trascendente que no sea el triunfo del mismo.
El deporte pues por sus propias características de competitividad, eficiencia,
record, espectáculo e incluso, de desmesura física se ha convertido
frecuentemente en la desnaturalización de la educación física y puede que
incluso en anti educativo como lo expresó el profesor Joel Peña en su ponencia.
Por
otra parte, el deporte es ante todo educación. El hombre expresa de algún modo
su peculiar manera de ser y la conforma. Como educación no es, claro está, sólo
educación del cuerpo, sino del hombre; pero, como física, lo es de una manera
muy directa a través del cuerpo, en tanto éste puede ser una vía de
enriquecimiento humano y de desarrollo global del sujeto sin descuidar todos
los ámbitos que integran la personalidad.
Por
esta razón, el profesional de la actividad física y el deporte debe fomentar
esa totalidad formativa de esta actividad y debe promover la adquisición de
valores deseables a través de su práctica, si bien debemos señalar, tal y como
dice el profesor Guillermo, con la mera participación no se
garantiza la adquisición de valores educativos.
Así
mismo, Petrus indica que: son las condiciones de su práctica las que confirman
sus posibilidades educativas. El deporte puede favorecer la adquisición de competencias
sociales si su diseño es el adecuado (Petrus 1999, p. 32).
Siguiendo
esta misma línea de reflexión, Arnold (1991) indica que el deporte puede utilizarse
con buenos y malos propósitos. Bien aplicado, puede enseñar resistencia y estimular
un sentimiento de juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado
y la subordinación de los intereses personales a los del grupo. De esta manera,
el deporte como universal cultural del siglo XXI engloba un amplio repertorio
de símbolos, valores, normas y comportamientos que lo identifican y diferencian
con nitidez de otras prácticas sociales.
Entender
esto significa ser consciente de su validez como herramienta pedagógica necesaria
para participar y promover un modelo de relación educativa que favorezca la
igualdad de oportunidades a través de la integración y, al mismo tiempo, el
reconocimiento de las identidades minoritarias a través de la atención a su
diversidad cultural.
La
estructura del deporte refleja diferentes esquemas de participación y modelos de
comportamiento de las personas en relación con cada estructura deportiva. Gutiérrez,
en su obra «Valores sociales y deporte», propone un modelo para el desarrollo y
promoción de valores sociales y personales a través de la actividad física y el
deporte, en el que se contemplen todos los estamentos susceptibles de ejercer algún
tipo de influencia sobre la formación del esquema de valores de cada persona, basándose
este modelo en que no se le pide a nadie que asuma completamente la responsabilidad
del proceso de todo el modelo, sino que cada uno, en función del rol que le
corresponde, asuma su papel, que los demás ya harán el resto: los padres, los
deportistas, los organizadores y los profesores y entrenadores, asumiendo el
compromiso de su función, la educación, ya sea deportiva o general, teniendo
siempre presente el repertorio de valores que una sociedad pluralista, de
respeto y orientada hacia la igualdad, demanda.
LOS
VALORES EN LA PRÁCTICA DEPORTIVA
Existen
diferentes planteamientos para extraer los valores relevantes de la práctica físico-deportiva
y en función de estos planteamientos se encuentra diferentes clasificaciones y
recopilaciones de éstos. Así, un primer procedimiento es mediante las
conclusiones extraídas de foros científicos en los que participan expertos
sobre el tema y aportan sus propios repertorios de valores; de igual modo, esta
propuesta puede surgir de la entrevista directa o indirecta a los participantes
de diferentes deportes, a los cuales se les interroga sobre aspectos relevantes
de la práctica deportiva; la utilización de escalas y cuestionarios permite
obtener conclusiones sobre los valores de la educación física y los deportes,
y, por último, utilizando el análisis de las manifestaciones deportivas tanto
en tiempo real como mediante el uso de filmaciones.
A
continuación se presentará algunas de las clasificaciones de los valores que han
sido recogidas por diferentes autores:
DIMENSION
GENERAL
Justicia,
honestidad, lealtad, respeto a los demás, respeto a las diferencias culturales,
juego limpio, eliminación de perjuicios, amistad internacional, comportamiento
ético, autocontrol, humildad, verdad, intercambio cultural y autorrealización
máxima.
DIMENSION
PSICOSOCIAL
Disfrute,
diversión, alegría, autoestima, autorespeto, respeto a los puntos de vistas
diferentes, respeto a los adversarios, control emocional, auto disciplina,
tolerancia, paciencia, liderazgo, responsabilidad, reconocimiento personal,
independencia, intereses vocacionales, aprecio y respeto por la naturaleza,
amistad, empatía y cooperación.
En
suma, son numerosos los autores que ponen de manifiesto la posibilidad de abordar
desde la educación física y el deporte el desarrollo de valores, bien desde una
perspectiva general, bien relación ándolo con temas transversales del currículo
o bien desde una perspectiva particular y pormenorizada que incluye la catalogación
de estos valores. Siendo el contexto de la práctica deportiva un excelente lugar
para el desarrollo de valores sociales y personales de alumnos y deportistas, es
necesario poner una intención precisa en la educación de estos valores; si lo
que queremos es una adquisición de los mismos, no sólo la práctica lo
garantiza; debe existir una intencionalidad y organización a tal efecto.
Senatus Lucson
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