miércoles, 19 de febrero de 2014

ARTICULO SOBRE EL DEPORTE Y LOS MEDIOS DE COMUNICACION

La relación deporte-medios-periodismo se ha modificado sensiblemente desde los años setenta. Las fuertes influencias sobrevinieron cuando los medios desbordaron el marco conocido como información sobre el deporte para empezar a ser protagonistas o coautores del deporte con las transmisiones en directo. Los medios se convirtieron de esta manera en actores y productores de las nuevas formas culturales de deporte.
Con demasiada frecuencia se manifiesta que el deporte es el fenómeno cultural más relevante de la sociedad contemporánea. Es sin, duda, un fenómeno complejo y apasionante. El deporte es maravilloso, pero no inocente. El deporte esta lleno de tensiones. Tensiones entre el pueblo y las elites dominantes, entre innovación y restauración, entre liberación y colonización. Cuando se pretende armonizar estas contradicciones, se ignoran aspectos relevantes y esenciales del deporte. Dos modelos de deporte han sido usualmente mencionados: deporte de producción de resultados y deporte salud.

Deporte y modernidad
El deporte moderno nace en el siglo XIX en Inglaterra como una expresión de estatus y distinción de las clases altas o sectores privilegiados. Pero también es consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas y el resultado de la disminución de la jornada laboral, de la urbanización y de la modernización de los transportes. El deporte mismo ha transformado el cuerpo en instrumento y lo integra dentro del complejo sistema de las fuerzas productivas. La perspectiva dominante del deporte se ha centrado sobre los resultados y para tener éstos hay que competir. El deporte representa, como algunos dicen, el esfuerzo del ser humano por alcanzar siempre los mejores resultados y el más fuerte, más alto y más lejos (citius, altius, fortius), expresa uno de los ideales del Movimiento Olímpico. Se ha dicho que los seres humanos han tratado de ser dioses, superhombres y héroes y de emular sus propios récords. El elemento fundamental de esta concepción del deporte son los resultados producidos en competiciones a niveles jerárquicos, resultados que son comparados y cuantificados, por lo que se requiere de un entrenamiento tecnológico y racional. Una organización central debe administrar el sistema por medios de arbitraje, estandarización y control. La especialización progresiva conduce a tener disciplinas cada vez más diferenciadas.
Un concepto acorde con este enfoque, lo vemos en la Carta Europea del Deporte de 1992 que define a la palabra deporte de la forma siguiente:
“Se entenderá por deporte todo tipo de actividades físicas que, mediante una participación organizada o de otra forma, tengan por finalidad: la expresión, la mejora de la condición psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales o el logro de resultados en competiciones de todos los niveles.”
En la actualidad, se ha englobado bajo el concepto de deporte a una diversidad de actividades físicas y de recreo que, junto a las de competición, conforman el complejo, profundo y denso “sistema deportivo contemporáneo”.
Se ha afirmado en nuestros días que el deporte tiene estas formas:
• Deporte con objetivo de práctica, de mejora de salud, de recreación, de juego, de ejercicio físico, de moverse, de cobertura de ocio, de aprovechar para estar con los amigos, de turismo activo, de mantenerse en forma, de mejora de la condición física, de esparcimiento, etc.
• Deporte de rendimiento: es el deporte entendido como superación de marcas, de récords, de resultados, y agonístico. Selecciona a personas con cualidades específicas, según la modalidad. Juan de la Cruz Vázquez Pérez en “Presente y Futuro de Deporte en Andalucía” (Boletín de Información 38 Deporte Andaluz) habla de dos modalidades de este forma de deporte: a) De iniciación al rendimiento: deporte de base y b) De consecución del rendimiento: deporte de alto rendimiento.
• Deporte con objetivos de rendimiento que por su impacto visual, su atractivo, su marketing atrae a las personas. Es el deporte espectáculo.
En el siglo XX nace la práctica profesional y su presencia en los medios de comunicación de masas ha modificado los niveles de práctica simbólica tradicionales. Ha creado una nueva y doble sinergia entre comunicación y deporte. Miquel de Moragas distingue cuatro principales niveles de práctica deportiva simbólica del deporte en la sociedad actual:
• El deporte actividad física
• El deporte-espectáculo
• El deporte en los mass-media
• El deporte virtual
Múltiples sinergías entre todas estas variantes de deporte son organizadas en torno a una influencia, a una lógica dominante: la de los mass media. Por otra parte, el deporte mass mediático es en la actualidad una de las principales formas de entretenimiento en las sociedades modernas y constituye al mismo tiempo una notable influencia para estas sociedades.

Televisión y Deporte
Hoy el deporte del siglo XXI navega en la ideología del entretenimiento. Televisión y deporte parecen haber sido creados el uno para el otro. Van de la mano por pistas, pantallas, colores y estadios. La presencia del deporte en la televisión argentina ha venido creciendo fuertemente en los años últimos. Alrededor de 100 horas semanales de programación futbolística es emitida por canales abiertos y de cable. Las pantallas no solo cubren a los deportes más tradicionales y "televisivos" como el fútbol, el boxeo y el automovilismo sino también los partidos de la selección, la liga mundial de voleibol, las copas latinoamericanas de fútbol, la NBA, los Campeonatos Mundiales, los Juegos Panamericanos y los Juegos Olímpicos.
El cable tiene hoy una programación deportiva en Argentina de 144 horas diarias, 1000 semanales disponibles, en su mayoría de fútbol para que el telespectador pueda realizar un variado menú televisivo. La exclusividad de los derechos de transmisión para Torneos y Competencias genera un monolopolio de la imagen de 10 millones de dólares para la AFA e importantes sumas para los clubes. El Mundial de USA 94 fue seguido por 3.120 millones de telespectadores y se espera una tele platea planetaria en Japón-Corea 2002 de 4.000 millones de personas. Será el primero en muchas cosas. El primero en el tercer milenio. El primero donde se hablarán dos lenguas distintas. El primero en el que se verá el fútbol virtual.
Hoy, miles de atletas de elite y deportistas superprofesionales compiten por ser "consumidos" por TV. por miles de millones de personas en todo el mundo. CBS pagó 50.000 dólares por la televisación en 1960 de los juegos Olímpicos de Invierno. En 1998, el canal de televisión pagó 37,5 millones de dólares por los juegos de Nagano. La NBC ofreció 3,55 billones de dólares por el paquete que significan los Juegos Olímpicos de Verano del 2008 y los de Invierno y cerró sus cuentas en Atlanta con grandes éxitos de audiencia y formidables ingresos estimados en decenas de millones de dólares, más las ventajas obtenidas de posicionamiento en la guerra por la hegemonía televisiva en el mercado audiovisual. La cadena norteamericana adquirió los derechos exclusivos de los Juegos Olímpicos de Verano desde Sydney 2000 hasta el año 2008 por un total de 2.392 millones de dólares. La NBA (National Basketball Association) recibió 1,75 billones de dólares de la NBC por los derechos de transmisión desde 1998 al 2002.
Hasta los años setenta el deporte mantuvo una relativa autonomía respecto de los mass media. Pero las influencias sobrevinieron cuando los medios inundaron el ámbito de la información sobre el deporte para pasar a ser protagonistas con las transmisiones en directo. Desde ese instante, los mass media se convirtieron en naturales y genuinos coautores. Los campos deportivos y los estadios fueron los "nuevos" estudios de la televisión. Es tan grande la relación de la TV con el deporte que ha modificado reglamentos. En el básquet, a la NBA se le exigieron más tiempos muertos para tener más espacios de publicidad, en el tenis, la creación del tie-briek para reducir la duración de los partidos, en el vóley, el sistema rally point, donde no hace falta tener el saque para sumar. Y en el fútbol, hasta se obligó el cambio de camisetas durante el partido para mejorar la visual. Se han iniciado numerosos procesos de adaptación del deporte a las exigencias de los medios y especialmente a las exigencias de la televisión, se busca la periodización y se evita que los acontecimientos se superpongan, se internacionaliza el calendario, los deportes occidentales se popularizan en los países orientales, la llegada de la televisión cambia en muchos países el índice de popularidad de los deportes. Poco a poco se produce la adaptación de los horarios del deporte a las exigencias o prioridades horarias de la televisión, especialmente al "prime time". Otra importante influencia de los medios de comunicación se manifiesta en la nueva jerarquización de los deportes. La popularidad de los deportes ya no viene determinada por el espectáculo deportivo propiamente dicho, sino por la espectacularidad de las imágenes televisivas, o su "televisibilidad".
Los grandes cambios marcaron la revolución de la indumentaria, accesorios complementos e introdujeron en el deporte la guerra de marcas: del dominio de Adidas a la competencia entre Nike y Reebook. En atletismo, en Munich 72 apareció el piso sintético en lugar de la pista de carbonilla. Los calzados son ahora elaborados por ingenieros y biomecánicos. Y las calzas ajustadas suplen a los amplios pantalones de antaño. En el fútbol se pasó de la pelota con tiento a la sintética. Los botines tienen mayor agarre y las camisetas absorben la transpiración. Antes, una lesión era sinónimo de retiro. Ahora se realizan artroscopias que reducen los tiempos de recuperación. El tenis pasó de las raquetas de tenis a las de grafito y titanio y las bicicletas son F1 en dos ruedas.

Los Juegos Olímpicos modernos consiguen poner a prueba, en su máxima tensión y en un corto período de tiempo, las principales sinergías de las nuevas formas de organización y de comunicación de la sociedad de la información. Los Juegos Olímpicos de Berlín (1936) fueron usados como una demostración experimental de la nueva tecnología de la televisión. En Roma (1960) se ejecutó la primera cobertura continuada de televisión en los Juegos Olímpicos. En Tokio (1964) es donde fue colocado el primer satélite de televisión, un paso gigante en la globalización de los Juegos Olímpicos. La primera señal de televisión color salió de Tokio, pero no fue hasta el siguiente juego en donde el color sobrevino. Fue en Seúl (1988) donde el evento olímpico fue cubierto con televisión de alta definición. En Barcelona (1992) se usó el primer equipo digital y el disco audiovisual. Y en Nagano (1998) donde la primera experimentación en televisión-internet (web casting) fue llevada a cabo.
                                                                                                       SENATUS LUCSON
                                                                                                               

EL DEPORTE Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN, UNA SIMBIOSIS POSITIVA

El deporte ha estado desde la antigüedad, que hasta los pueblos antiguos han dejado vestigios de la práctica de actividades deportivas. Incluso se pueden calificar como “proezas deportivas” actos que el hombre ha realizado desde la prehistoria: correr para escapar a los animales, saltar para franquear los obstáculos naturales, atravesar a nado los cursos de agua, lanzar armas como jabalinas o luchar cuerpo a cuerpo con sus enemigos.
Puede decirse que hubo una evolución en la práctica deportiva para todas las capas sociales de la población, esta surgió a partir de un proceso que comenzó alrededor de principios del siglo XX en algunos países industrializados o en vías de industrialización. Difundiéndose posteriormente por el resto de países occidentales, de maneras muy diversas, y con diferentes e irregulares ritmos de crecimiento y expansión.
La popularización de la práctica deportiva puede situarse históricamente a partir de esta fecha. En efecto, se señalar que el desarrollo del deporte y la popularización de la práctica deportiva como fenómeno sociocultural, tal y como se entiende en la actualidad, surge en el período de reconstrucción que siguió a la segunda guerra mundial, de la mano del gran desarrollo y crecimiento económico que tiene lugar a partir de dicho periodo y de la aparición e implantación del llamado Estado del bienestar.
Los medios de comunicación, forman parte importante para el desarrollo y popularización del deporte, desempeñando un papel simbólico importante, dando visibilidad de manera global, e incluso ofreciendo nuevas oportunidades para el diálogo internacional a través de la “diplomacia del deporte.”
El deporte no se hubiera logrado su polarización, si no es por la expandido con tanta velocidad e intensidad sin los medios de comunicación, especialmente los programas de radio y televisión.
La televisión, en particular a través de mega eventos como los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol, ha creado unas verdaderas Naciones Unidas de espectadores del deporte. Aunque las industrias del deporte y de los medios de comunicación están formalmente separadas, combinadas son especialmente eficaces ya que explotan los poderosos alicientes de la cultura popular. La televisión es crucial para el deporte porque aumenta enormemente las audiencias que en cierto modo “asisten” a un evento deportivo, y a la vez fomentan la propagación y reproducción de nuevos eventos deportivos en diferentes espacios y tiempos. Así mismo trayendo beneficios para los medios.
La televisión y su influencia en el deporte Pero si los medios de comunicación reciben una importante influencia por parte del deporte, esta influencia es aún mayor en el caso contrario, en la que ejercen los medios sobre el deporte.
Cambios en los índices de popularidad de los deportes. Otra importante influencia se manifiesta en la nueva jerarquización de los deportes. La popularidad de los deportes ya no viene determinada únicamente por el espectáculo deportivo propiamente dicho, sino por la espectacularidad de las imágenes televisivas.

Los medios de comunicación han hecho posible empezar a hacer realidad el sueño de la mundialización del deporte. Pero no puede decirse que este sueño sea ya una plena realidad, porque ahora los obstáculos a esta mundialización del deporte coinciden con los obstáculos y desequilibrios innegables de la comunicación mundial.

CARÁCTER HISTORICO DE LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE

El deporte es un fenómeno social y como tal exige ser aprehendido en su contexto histórico y sociológico. A mayor comprensión de las claves históricas y de la estructura social en la que se inserta el hecho deportivo mejor entenderemos éste; ya la inversa, su conocimiento y estudio mejorará la comprensión de nuestra propia sociedad (Elias, 1992). Siendo consecuentes con la reflexión precedente, en este breve documento se va a ofrecer una visión histórica sobre la relación entre la violencia y el deporte, para finalizar analizando el papel del deporte en la sociedad actual en relación a la violencia y la educación.
DEPORTE, VIOLENCIA Y CIVILIZACIÓN
Abordar desde una perspectiva histórica la relación entre violencia y deporte obliga a referirse al trabajo de Norbert Elias y Eric Dunning Deporte y Ocio en el Proceso de la Civilización (1992). Ambos autores ayudan a superar la idea generalizada que existe en cuanto a considerar todo proceso de civilización como algo opuesto a cualquier tipo de violencia. Si tradicionalmente ambos conceptos se habían considerado antitéticos, su trabajo evidencia que uno y otro se caracteriza por formas específicas de interdependencia. La violencia no desaparece con la civilización, se transforma. La civilización se sustenta en gran medida en el control monopolístico por parte de los Estados modernos emergentes de los instrumentos y uso de la violencia.
Tras un período de luchas violentas entre reyes y señores feudales se produjo en Europa el establecimiento de monopolios de gobierno fuertes, estables y efectivos, sustentados en dos grandes derechos reforzados mutuamente: el derecho a hacer uso de la fuerza y el derecho a imponer impuestos. Transformaciones sociales que propiciaron intensos procesos civilizadores y de pacificación en el interior de los nuevos Estados y con ellos el crecimiento de la riqueza.
Estos cambios en el entramado social dejaron su huella también en la propia estructura psicológica de los individuos, los cuales al verse desposeídos de sus competencias bélicas, incluso de defensa (física) personal, desarrollaron mecanismos mentales que les facilitaron el desempeño de su nuevo rol. Las personas sentían como disminuían sus deseos de protagonizar y presenciar sucesos extremadamente crueles y violentos.
Un repaso histórico a los juegos competitivos existentes a lo largo de diferentes épocas: Grecia y Roma Antigua, la Edad Media, el Renacimiento y finalmente los siglos XVIII y XIX, confirma claramente esta evolución civilizadora. A pesar de que el moderno movimiento olímpico se ha esforzado por utilizar el modelo deportivo de la antigua Grecia como ideal de nobleza y ha tratado de identificarse con él (Barbero, 1993), la mayor parte de los historiadores han puesto de manifiesto que los ejercicios físico– competitivos realizados en aquella época eran incomparablemente más violentos que los deportes actuales. El pancracio, modalidad de combate integrada en los concursos olímpicos antiguos (siglo IV a. de J.C.) es un ejemplo evidente. En ella estaban permitidos golpes de todas clases: patadas, mordiscos, torceduras, dislocaciones y hasta el mismo estrangulamiento. El grado de violencia física tolerado era incomparablemente más elevado que el admitido actualmente en cualquier deporte de lucha. Si con respecto a Grecia podían existir algunas dudas por la sesgada interpretación que se ha hecho de su «modelo deportivo», con respecto a los juegos romanos ha existido siempre una total unanimidad en calificarlos como enormemente crueles.

La brutalidad de los combates de gladiadores es de sobras conocida. Este clima de violencia no se limitaba a la arena de los Circos, también afectaba al comportamiento de los asistentes a dichos espectáculos que con frecuencia tenían que ser controlados mediante porras y látigos. Las ya clásicas facciones de «verdes» y «azules» protagonizaron sucesos gravísimos que llegaron incluso a ocasionar 30.000 muertos.
Como se ha señalado las 39 víctimas en el estadio Heysel de Bruselas (Rimé et al., 1985), e incluso los 318 estimados en el partido Perú Argentina jugado en Lima en 1964, la peor catástrofe del fútbol en nuestros tiempos, se sitúan y no se trata evidentemente de restar un ápice de importancia a esos trágicos hechos en una perspectiva bastante diferente (Dunning et al., 1988a).
Durante la Edad Media los torneos, ejercicios restringidos a caballeros y señores, experimentaron asimismo un claro descenso en cuanto a los niveles de violencia real tolerada en ellos. Los controles para regular los excesos violentos ocasionados con motivo de estas prácticas fueron cada vez mayores. En relación a los juegos de pelota practicados en el Renacimiento y considerados por muchos como los primeros antecedentes de algunos de los deportes actuales más conocidos como el fútbol o el rugby, debe decirse que se caracterizaban por un escaso nivel de organización. Esta menor regulación y normalización se evidencia en cuestiones tales como el número variable de participantes en ellos, llegándose incluso a sobrepasar el millar; la no necesaria igualdad numérica entre los equipos contendientes; la enorme variabilidad en las reglas según las zonas geográficas en las que se practicaba; o en la falta de lugares definidos en los que desarrollarse el juego el cual podía celebrarse en las propias calles de las ciudades o en pleno campo.
Pese a esta evidente heterogeneidad se destaca no obstante un rasgo común a todos estos juegos populares de pelota, y era que implicaban un nivel general de violencia física mucho más alto que el que hoy en día se permite en el rugby, fútbol u otros juegos parecidos. Desde nuestra perpectiva actual los tacharíamos sin duda de enormemente salvajes y brutales (Dunning et al. 1981, 1988b). El progresivo proceso de reglamentación que experimentaron tanto los ejercicios de caza, de lucha, las propias competiciones atléticas y por supuesto los más modernos juegos de pelota durante los siglos XVIII y XIX, se encuentra estrechamente relacionado con el menor grado de violencia tolerada en ellos. Todas las transformaciones sufridas por estas modalidades las encaminaban hacia formas mucho más organizadas, institucionalizadas, estables y desde luego menos violentas y más civilizadas. Aspectos formales como la limitación en el número de jugadores y la igualdad numérica entre los adversarios, la aparición de reglas escritas, e incluso determinados cambios en las actitudes mentales de los propios jugadores en el sentido de un mayor autocontrol en el uso de la fuerza física, son claros ejemplos de dicha evolución.

En definitiva el deporte moderno emerge como reflejo micro cósmico del proceso civilizador general que experimentaron nuestras sociedades. A pesar de que siempre que ocurre algún incidente violento grave en los espectáculos deportivos actuales se alzan voces señalando que el nivel de violencia deportiva está alcanzando cotas sin precedentes (Carroll, 1980), lo cierto es que el rigor de los análisis sociológicos muestran con toda claridad el menor grado de violencia física admitido en los actuales eventos deportivos en comparación con cualquier otro período histórico. La propia alarma social que origina cualquier tragedia o accidente que sucede en ellos actualmente es la mejor constatación de esta mayor sensibilidad social existente (Dunning et al., 1988c). El propio fenómeno del vandalismo en el fútbol, que podría interpretarse como un retroceso en esta evolución, ha servido para sentar las bases de otro empuje civilizador todavía mayor en los modernos espectáculos deportivos (Dunning et al.,1984).


La tragedia de Heysel provocó tal reacción social y política, tanto a nivel nacional como internacional (Rimé y Leyens, 1988), que el problema de la inseguridad en el interior de los recintos deportivos se encuentra prácticamente en vías de extinción. Ahí están sino las reformas arquitectónicas obligatorias en los grandes estadios de fútbol europeos, donde todo espectador debe permanecer sentado durante el evento, e incluso la desaparición progresiva de las vallas que rodean los terrenos de juego (Dunning et al., 1992).
El fútbol profesional, máximo exponente del deporte espectáculo en prácticamente todo el mundo, está experimentando una clara transformación hacia lo que podríamos denominar el modelo de deporte espectáculo norteamericano. Entre los cambios que se detectan apuntamos entre otros: un peso cada vez mayor del sentido comercial y espectacular del mismo; la generación de un disfrute emocional mucho que el autor acaba de publicar.

Mientras en Inglaterra la práctica totalidad de estadios ya han suprimido las vallas, en nuestro país el F.C. Barcelona ha sido el primer club al que se le ha permitido, con carácter experimental, dicha supresión. En marzo de 1995 la Federación Española de Fútbol anunciaba definitivamente la eliminación de la más racional, festivo y civilizado; un clima de mayor seguridad y comodidad en los estadios que incita a asistir a los mismos en familia; y el encarecimiento del coste de las localidades lo que eleva significativamente el estatus socioeconómico de los asistentes. Todos ellos, evidentemente, fenómenos estrechamente interrelacionados. El último mundial de fútbol celebrado en EE.UU. o la reciente Eurocopa desarrollada en Inglaterra han sido claros exponentes de esta evolución. Es lógico que en estas condiciones la violencia física, en cualquiera de sus formas, encuentre en estos espectáculos un rechazo social cada vez más elevado.

Evidenciar el proceso civilizador de nuestras sociedades no debe interpretarse, en modo alguno, como una invitación al conformismo o al conservadurismo, todo lo contrario. El progreso humano y social, por su propia esencia, debe hacer de nosotros individuos cada vez más exigentes con nuestro entorno y con nosotros mismos.
                                                                                                                    SENATUS LUCSON

martes, 18 de febrero de 2014

ARTICULO INTERESANTE SOBRE MERCANTILISMO DEPORTIVO Y JUEGO LIMPIO

El  “Mercantilismo Deportivo”, en los últimos tiempos, se ha disparado gracias al fenómeno económico de la  globalización. En Colombia ha tomado tanto auge este fenómeno,  hasta el punto de despertar en nuestros dirigentes, un inusitado  interés en  la caza de talentos deportivos de gran presencia corporal, en busca de lo que ellos llaman “el biotipo”, y  comercializarlos luego, a equipos nacionales o extranjeros.

Como nuestra raza mestiza no se caracteriza por su gran corpulencia, se ha recurrido a la práctica, malsana y delictuosa,  de la adulteración de edades, utilizando para ello maniobras fraudulentas en los registros civiles de los deportistas haciendo aparecer, a los futbolistas, con una edad inferior a la que  biológicamente les corresponde.

Esta comercialización, ha tomado tanta importancia en nuestras instituciones deportivas, que son muchos los dirigentes, veedores y hasta técnicos, que recorren la geografía nacional en  búsqueda de jugadores corpulentos, cuyo porte satisfaga unos estándares mínimos preestablecidos, para someterlos, luego, a un amañado proceso de inscripción en el Registro Civil, adulterando su verdadera edad y  mostrándolos, en el concierto  nacional, como virtuosos del fútbol. Circunstancia que es aprovechada para transferirlos  tempranamente a equipos profesionales del país, y otros con, mayor suerte, vincularlos a clubes  del extranjero.

Los mercaderes locales, regionales y nacionales, han llegado al extremo de considerar al deportista como si fuera  un objeto, una cosa o una mercancía y es común escucharlos decir en sus coloquios contractuales: 
¿Cuánto mide?,  ¿Cuánto pesa?, ¿De qué año es?”, poniendo a un lado, las virtudes y  talentos futbolísticos conque Dios los ha dotado.

Creemos, que las autoridades deportivas deben ponerle coto a esta malsana práctica. Una forma inmediata sería, legislar  sobre los requisitos y condiciones que deben tener los futbolistas aficionados, para participar en campeonatos eliminatorios zonales, como en los nacionales; prohibiendo convocar a quienes hayan sido registrados después de tres  años de haber nacido. Medida sana que no vulnera ningún derecho fundamental, porque nuestra norma exige que los padres deban registrar a sus hijos, dentro del mes siguiente a aquel en el que ocurrió el nacimiento.

Casi siempre, esos “aventajados deportistas”  aparecen registrados a los siete o más años de edad. Como ejemplo, basta citar, lo ocurrido en el campeonato nacional infantil, realizado en la capital del país, en donde la selección antioqueña, utilizó a un jugador que duplicaba en edad, y lógicamente en  corpulencia, a los demás participantes del torneo, ocasionando la natural protesta de sus competidores. 

Cabe recordar, también, las acusaciones que en su momento hicimos en la ciudad de Medellín, en el marco del campeonato nacional prejuvenil, en donde se denunció a varios jugadores , por presentar un desarrollo muscular muy por encima del promedio de los demás participantes. La investigación nunca llegó a su fin , por intereses mezquinos, pero  puso al descubierto la adulteración denunciada.

Lo triste, es que esta malsana práctica no se realiza únicamente en Colombia, ya que hemos tenido la oportunidad de ver, en otros países, estas trapisondas que en nada favorecen al deporte y mucho menos al deportista, quienes al igual que las luces de bengala, su destellar es efímero. Solo dura mientras conservan la ventaja corporal.  Con el pasar del tiempo, al  enfrentarse a rivales de su misma condición física, ahí termina su accionar deslumbrante.

El juego limpio tan pregonado por la Fifa debe comenzar desde el momento mismo de la inscripción en el Registro Civil. Sólo así podremos evitar  la ventaja fraudulenta en el deporte.

Senatus Lucson


EL DEPORTE COMO FORMADOR DE ACTITUDES Y VALORES EN LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS

La práctica del deporte enseña importantes habilidades y valores en los estudiantes que tienden a fortalecer su formación integral, como el trabajo en equipo, el trazo de metas, el sentido de identidad y la pertenencia a un grupo. El autor explora en este artículo otros beneficios que aportan el deporte como el reforzamiento de la autoestima, el sentimiento de solidaridad y la tolerancia.
En el contexto de la formación integral, el deporte posee Importantes elementos para la construcción de la personalidad profesional del estudiante. Al deporte se le asignan características benéficas: “como moldeador de la personalidad, factor de socialización, valor educativo, moral y cultural, ha motivado a la sociedad a comprometerse en su amparo, asumiendo el deporte como un valor social”. La cantidad de jóvenes que participan en ligas infantiles y juveniles de los diferentes deportes asciende a cientos y miles.
De entre ellos, sólo serán unos cuantos quienes con sus habilidades y las oportunidades de desarrollo lleguen al profesionalismo y/o a la práctica del deporte de alto rendimiento. Pero, ¿qué ocurre con el resto de los jóvenes que no alcanzarán esos niveles? Podemos decir que por lo menos se habrán formado con los valores que se integran a la práctica deportiva tales como el trabajo en equipo, el trazo de metas, planeación y ejecución, sentido de identidad y pertenencia a un grupo. Estas actitudes son las que se aplican en la carrera estudiantil y en el plano del ejercicio profesional del conocimiento; son habilidades adquiridas en el aula, el taller y el centro de prácticas profesionales. Existe la convicción de que “el deporte puede favorecer el aprendizaje de los papeles del individuo y de las reglas de la sociedad, reforzar la autoestima, el sentimiento de identidad y la solidaridad. Además, parece que los valores culturales, las actitudes y los comportamientos individuales y colectivos aprendidos en el marco de las actividades deportivas vuelven a encontrarse en otros campos de la vida”.

El deporte en conjunto implica el surgimiento de líderes de equipo que por su carácter, propuesta de actuación y organización de los elementos del equipo, se ganan la confianza de los integrantes de un conjunto. El individuo que practica el deporte “está obligado a respetar las normas del grupo, intercambiar ideas, dar opiniones, apoyar a sus compañeros y, por tanto, contribuir al espíritu del cuerpo. El deporte se rige por un sistema de reglas en el que los participantes asumen la búsqueda de los resultados con espíritu competitivo; es lo que los ingleses que reglamentaron algunos de los deportes que jugamos llamaron Fair Play: la honestidad de los juicios según los resultados obtenidos.

 En un sistema escolarizado se puede practicar el ensayo y el error para corregir, lo que no tendrá mucho margen cuando el egresado se desempeñe en su profesión. Con los deportes bien se puede ganar o perder, acertar y errar; en el Siguiente encuentro se dará la oportunidad para corregir lo que se realizó y no funcionó en la experiencia pasada. Un aspecto central del deporte es el fogueo. Se inicia el entrenamiento para la condición física y el perfeccionamiento de las técnicas de ejecución, los miembros del equipo compiten entre sí pero no están certeros de su nivel de competencia si no se enfrentan a competir contra sus similares cercanos o más allá de las fronteras. Esto hace que el ser deportista sea una de las actividades con mayor movilidad en la búsqueda de contrincantes para medir el nivel de fuerza.

Lo anterior se corresponde con la búsqueda de los pares en nuestra profesión para saber cuál es nuestro nivel de desarrollo profesional a través del inter- cambio de experiencias que enriquecen nuestra formación. Si los deportistas participan en sus juegos regionales, nacionales, internacionales, los cuadros profesionales se encuentran y enfrentan en los congresos, simposios, coloquios, en donde dan a conocer el nivel de su conocimiento y se nutren con las experiencias de los colegas.

DEPORTE Y CULTURA
El estudiante actual se forma en un contexto de acceso a la información, movilidad y oportunidades de desarrollo en otros territorios. Se está formando en un escenario multicultural, en el que el deporte ha sido un factor para la integración de las sociedades. Para la apertura cultural los sectores “más abiertos son el deporte, la música, los medios de comunicación y el cine, y los mejores embajadores del multiculturalismo son los futbolistas. Ante la igualdad de condiciones entre los contendientes deportivos, regidos con las mismas reglas y terrenos de la práctica, la formación deportiva alcanza el punto real de convivencia entre los que participan de condiciones diferentes. Al respecto, Dominique Wolton apunta que “la comunión en el deporte es probablemente el mejor agente (…) de contacto entre los pueblos y las culturas.

LOS RIESGOS
La práctica deportiva deberá contar con la orientación de tutores y profesores que canalicen las inquietudes de los estudiantes a través de la organización deportiva. ¿Cuantas veces se presenta el perfil del estudiante que acude a la escuela porque es un sitio de socialización a través del deporte no organizado, y estos jóvenes son ubicados en las canchas, pero casi nunca en el aula en cumplimiento de sus asignaturas?

Por otra parte, el deporte también puede ser un factor de alienación. El control político de los grupos estudiantiles a través del deporte no es ajeno a nuestro contexto, donde se puede utilizar la organización de los deportes que captan la simpatía de las masas para causas que no tienen que ver con la pedagogía de la práctica deportiva.

REFLEXIÓN FINAL
La Universidad Deportiva del Sur, a través de su dirección  del Deporte, podría  ofrecer a los estudiantes la oportunidad de  integrarse a equipos de deporte representativo según su habilidad física atlética, e incorporarse a clubes para cubrir el deporte curricular. Al interior de la universidad deportiva del sur, los estudiantes suelen organizarse a partir de que algún joven lleva un balón de futbol, básquetbol o beisbol y convoca a sus compañeros para jugar en sus horas libres en los espacios abiertos de la residencia, lo cual puede evolucionar para el fomento de valores y actitudes si son apoyados por sus divisiones, departamentos y sociedades de estudiantes en torneos inter residencias. Ese entusiasmo, escribe Cagigal, de “un partido de fútbol en un solar urbano es un comportamiento social, con todos los ingredientes de valoración y jerarquización, acatamiento de unas reglas, respeto a la autoridad, actitud sancionadora de las infracciones.

El deporte que se practica para la socialización y que genera un sentido de identidad entre grupos, carreras y semestres, también requiere de la orientación tutelada de los profesores de las diferentes carreras para el aprovechamiento de los valores que puede inculcar en los estudiantes.
                                                                               
                                                                                                                           Senatus Lucson


VALORES EN EL DEPORTE

Desde hace mucho tiempo, gran  numerosos autores han venido insistiendo en la necesidad de educar en valores; son varios los estudios que han incidido en este campo y en todos ellos se hace referencia a la redundancia de esta aseveración, ya que si no se educa en valores no sé está educando realmente según mi punto de vista. Esta afirmación educativa queda, actualmente, fuera de toda discusión, centrándose el problema actual no en el fundamento de los valores educativos, sino en qué valores son los que deben servir de sustrato y aplicación dentro de los procesos educativos.
La educación física y el deporte han sido y siguen siendo considerados de gran potencial para el desarrollo de valores sociales y personales en el más  propio sentido del tema, aumentando de esta forma su importancia como elemento clave  pedagógico y formativo, pero creando una serie de opciones a los profesionales de la actividad física sobre cómo se quiere que sea la Educación Física escolar y el Deporte escolar o cómo se quiere que sea la práctica de esa actividad motórica en la escuela y fuera de ella, de forma que permita alcanzar los valores que se desea.
La Educación Física, por su vínculo con el Deporte escolar, debe promover los valores que el deporte debe y puede desarrollar; esta disciplina tiene, a través de sus contenidos y actividades, un enorme potencial para desarrollar al niño tanto física como personalmente y, de esta forma, para contribuir a la mejora de la persona. Las prácticas que se organicen deben buscar el desarrollo integral como lo afirmó la secretaria general de la Universidad Deportiva del Sur Mcs Miriam Rodríguez en el Ciclo de conferencia que se realizó, el desarrollo del cuerpo y de la mente, de la autoestima, el sentido ético y moral, de responsabilidad, de autonomía, de superación y de relación y aceptación de los demás, aceptación de las normas, de cooperación, responsabilidad, etc. y todo esto en un clima lúdico y de disfrute. En las clases de Educación Física, el niño debe aprender a competir, resolver problemas, dialogar, superarse, ganar y perder, sin menospreciar a los que lo hacen y disfrutar de la práctica como elemento formador, integrador y emancipador.
El deporte forma parte de la educación y la cultura de los hombres desde tiempos antiguos, disfrutando de grandes y esplendorosas épocas a lo largo de la historia, pero también ha tenido otras de marginación y ostracismo (postergación) en las que el desarrollo físico quedó relegado a un segundo plano frente al intelectual. La concepción del deporte no ha sido la misma en el devenir de los tiempos, de modo que, en cada época, la jerarquía e interpretación de los valores no han sido las mismas siempre, resaltándose unos sobre otros y considerando como positivos ciertos valores que en otros tiempos han sido considerados como inaceptables. Y es en ello en lo que radica esa relatividad de los valores y la necesidad de interpretar cada uno de ellos en función de un tiempo y espacio sociocultural concreto.
El deporte es una actividad con diferentes acepciones en función de la óptica de su estudio, largamente analizado y de una gran complejidad, que cambia su significado en tanto se refiere a una actitud y actividad humana como, y sobre todo, cuando se centra en una realidad social o en un conjunto de realidades sociales. Se centrará en el concepto de deporte escolar, el cual, según Blázquez (1995), tiene un doble sentido: por un lado, incluye aquellas prácticas físicas que se desarrollan en el ámbito de la institución escolar, y, por otro, a las actividades practicadas en edad escolar, no circunscritas a la escuela, pero cuya realización también debe estar sujeta a una orientación educativa y formativa, aunque sea desarrollada extra-escolarmente.
Durante mucho tiempo, el deporte ha sido considerado como una excelente vía de promoción y desarrollo de valores sociales y personales y han sido numerosos los autores que han señalado valores relacionados con el desarrollo personal, el descubrimiento y la educación social, los cuales perduraran durante toda la vida. Sin embargo, últimamente han surgido voces discrepantes con estas afirmaciones, que se basan en la progresiva relevancia del deporte como fenómeno social y su forma de practicarlo, poniendo en tela de juicio su aspecto formativo en lo referente fundamentalmente a los valores éticos.
En esta línea, Gervilla afirma que: También el deporte se ha liberado del lirismo de las virtudes y se ha puesto a tono con la lógica posmoralista, narcisista y espectacular. En la actualidad, el deporte de masas es, en lo esencial, una actividad dominada por la búsqueda del placer, del dinamismo, de la experiencia de uno mismo. Después del deporte disciplinario y moralista, he aquí el deporte ocio, el deporte salud, el deporte desafíos. La emoción corporal, el placer, la sensación, el equilibrio íntimo, la forma física y psicológica son hoy los emblemas más significativos del individualismo narcisista. Ya no del deporte aristocrático, sino del deporte a la carta, en el que cada día aumenta la gama de ofertas diversificadas en las que todas pretenden el culto al cuerpo. Así el deporte se ha desmoralizado, se ha liberado de cualquier ideal trascendente que no sea el triunfo del mismo. El deporte pues por sus propias características de competitividad, eficiencia, record, espectáculo e incluso, de desmesura física se ha convertido frecuentemente en la desnaturalización de la educación física y puede que incluso en anti educativo como lo expresó el profesor Joel Peña en su ponencia.
Por otra parte, el deporte es ante todo educación. El hombre expresa de algún modo su peculiar manera de ser y la conforma. Como educación no es, claro está, sólo educación del cuerpo, sino del hombre; pero, como física, lo es de una manera muy directa a través del cuerpo, en tanto éste puede ser una vía de enriquecimiento humano y de desarrollo global del sujeto sin descuidar todos los ámbitos que integran la personalidad.
Por esta razón, el profesional de la actividad física y el deporte debe fomentar esa totalidad formativa de esta actividad y debe promover la adquisición de valores deseables a través de su práctica, si bien debemos señalar, tal y como dice el profesor Guillermo, con la mera participación no se garantiza la adquisición de valores educativos.
Así mismo, Petrus indica que: son las condiciones de su práctica las que confirman sus posibilidades educativas. El deporte puede favorecer la adquisición de competencias sociales si su diseño es el adecuado (Petrus 1999, p. 32).
Siguiendo esta misma línea de reflexión, Arnold (1991) indica que el deporte puede utilizarse con buenos y malos propósitos. Bien aplicado, puede enseñar resistencia y estimular un sentimiento de juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses personales a los del grupo. De esta manera, el deporte como universal cultural del siglo XXI engloba un amplio repertorio de símbolos, valores, normas y comportamientos que lo identifican y diferencian con nitidez de otras prácticas sociales.
Entender esto significa ser consciente de su validez como herramienta pedagógica necesaria para participar y promover un modelo de relación educativa que favorezca la igualdad de oportunidades a través de la integración y, al mismo tiempo, el reconocimiento de las identidades minoritarias a través de la atención a su diversidad cultural.
La estructura del deporte refleja diferentes esquemas de participación y modelos de comportamiento de las personas en relación con cada estructura deportiva. Gutiérrez, en su obra «Valores sociales y deporte», propone un modelo para el desarrollo y promoción de valores sociales y personales a través de la actividad física y el deporte, en el que se contemplen todos los estamentos susceptibles de ejercer algún tipo de influencia sobre la formación del esquema de valores de cada persona, basándose este modelo en que no se le pide a nadie que asuma completamente la responsabilidad del proceso de todo el modelo, sino que cada uno, en función del rol que le corresponde, asuma su papel, que los demás ya harán el resto: los padres, los deportistas, los organizadores y los profesores y entrenadores, asumiendo el compromiso de su función, la educación, ya sea deportiva o general, teniendo siempre presente el repertorio de valores que una sociedad pluralista, de respeto y orientada hacia la igualdad, demanda.
LOS VALORES EN LA PRÁCTICA DEPORTIVA
Existen diferentes planteamientos para extraer los valores relevantes de la práctica físico-deportiva y en función de estos planteamientos se encuentra diferentes clasificaciones y recopilaciones de éstos. Así, un primer procedimiento es mediante las conclusiones extraídas de foros científicos en los que participan expertos sobre el tema y aportan sus propios repertorios de valores; de igual modo, esta propuesta puede surgir de la entrevista directa o indirecta a los participantes de diferentes deportes, a los cuales se les interroga sobre aspectos relevantes de la práctica deportiva; la utilización de escalas y cuestionarios permite obtener conclusiones sobre los valores de la educación física y los deportes, y, por último, utilizando el análisis de las manifestaciones deportivas tanto en tiempo real como mediante el uso de filmaciones.
A continuación se presentará algunas de las clasificaciones de los valores que han sido recogidas por diferentes autores:
DIMENSION GENERAL
Justicia, honestidad, lealtad, respeto a los demás, respeto a las diferencias culturales, juego limpio, eliminación de perjuicios, amistad internacional, comportamiento ético, autocontrol, humildad, verdad, intercambio cultural y autorrealización máxima.
DIMENSION PSICOSOCIAL
Disfrute, diversión, alegría, autoestima, autorespeto, respeto a los puntos de vistas diferentes, respeto a los adversarios, control emocional, auto disciplina, tolerancia, paciencia, liderazgo, responsabilidad, reconocimiento personal, independencia, intereses vocacionales, aprecio y respeto por la naturaleza, amistad, empatía y cooperación.
En suma, son numerosos los autores que ponen de manifiesto la posibilidad de abordar desde la educación física y el deporte el desarrollo de valores, bien desde una perspectiva general, bien relación ándolo con temas transversales del currículo o bien desde una perspectiva particular y pormenorizada que incluye la catalogación de estos valores. Siendo el contexto de la práctica deportiva un excelente lugar para el desarrollo de valores sociales y personales de alumnos y deportistas, es necesario poner una intención precisa en la educación de estos valores; si lo que queremos es una adquisición de los mismos, no sólo la práctica lo garantiza; debe existir una intencionalidad y organización a tal efecto.

Senatus Lucson


http://www.youtube.com/watch?v=p7hSiijKHsk
este video ilustra los valores que transmiten el deporte

VALORES EN EL DEPORTE

Desde hace mucho tiempo, gran  numerosos autores han venido insistiendo en la necesidad de educar en valores; son varios los estudios que han incidido en este campo y en todos ellos se hace referencia a la redundancia de esta aseveración, ya que si no se educa en valores no sé está educando realmente según mi punto de vista. Esta afirmación educativa queda, actualmente, fuera de toda discusión, centrándose el problema actual no en el fundamento de los valores educativos, sino en qué valores son los que deben servir de sustrato y aplicación dentro de los procesos educativos.
La educación física y el deporte han sido y siguen siendo considerados de gran potencial para el desarrollo de valores sociales y personales en el más  propio sentido del tema, aumentando de esta forma su importancia como elemento clave  pedagógico y formativo, pero creando una serie de opciones a los profesionales de la actividad física sobre cómo se quiere que sea la Educación Física escolar y el Deporte escolar o cómo se quiere que sea la práctica de esa actividad motórica en la escuela y fuera de ella, de forma que permita alcanzar los valores que se desea.
La Educación Física, por su vínculo con el Deporte escolar, debe promover los valores que el deporte debe y puede desarrollar; esta disciplina tiene, a través de sus contenidos y actividades, un enorme potencial para desarrollar al niño tanto física como personalmente y, de esta forma, para contribuir a la mejora de la persona. Las prácticas que se organicen deben buscar el desarrollo integral como lo afirmó la secretaria general de la Universidad Deportiva del Sur Mcs Miriam Rodríguez en el Ciclo de conferencia que se realizó, el desarrollo del cuerpo y de la mente, de la autoestima, el sentido ético y moral, de responsabilidad, de autonomía, de superación y de relación y aceptación de los demás, aceptación de las normas, de cooperación, responsabilidad, etc. y todo esto en un clima lúdico y de disfrute. En las clases de Educación Física, el niño debe aprender a competir, resolver problemas, dialogar, superarse, ganar y perder, sin menospreciar a los que lo hacen y disfrutar de la práctica como elemento formador, integrador y emancipador.
El deporte forma parte de la educación y la cultura de los hombres desde tiempos antiguos, disfrutando de grandes y esplendorosas épocas a lo largo de la historia, pero también ha tenido otras de marginación y ostracismo (postergación) en las que el desarrollo físico quedó relegado a un segundo plano frente al intelectual. La concepción del deporte no ha sido la misma en el devenir de los tiempos, de modo que, en cada época, la jerarquía e interpretación de los valores no han sido las mismas siempre, resaltándose unos sobre otros y considerando como positivos ciertos valores que en otros tiempos han sido considerados como inaceptables. Y es en ello en lo que radica esa relatividad de los valores y la necesidad de interpretar cada uno de ellos en función de un tiempo y espacio sociocultural concreto.
El deporte es una actividad con diferentes acepciones en función de la óptica de su estudio, largamente analizado y de una gran complejidad, que cambia su significado en tanto se refiere a una actitud y actividad humana como, y sobre todo, cuando se centra en una realidad social o en un conjunto de realidades sociales. Se centrará en el concepto de deporte escolar, el cual, según Blázquez (1995), tiene un doble sentido: por un lado, incluye aquellas prácticas físicas que se desarrollan en el ámbito de la institución escolar, y, por otro, a las actividades practicadas en edad escolar, no circunscritas a la escuela, pero cuya realización también debe estar sujeta a una orientación educativa y formativa, aunque sea desarrollada extra-escolarmente.
Durante mucho tiempo, el deporte ha sido considerado como una excelente vía de promoción y desarrollo de valores sociales y personales y han sido numerosos los autores que han señalado valores relacionados con el desarrollo personal, el descubrimiento y la educación social, los cuales perduraran durante toda la vida. Sin embargo, últimamente han surgido voces discrepantes con estas afirmaciones, que se basan en la progresiva relevancia del deporte como fenómeno social y su forma de practicarlo, poniendo en tela de juicio su aspecto formativo en lo referente fundamentalmente a los valores éticos.
En esta línea, Gervilla afirma que: También el deporte se ha liberado del lirismo de las virtudes y se ha puesto a tono con la lógica posmoralista, narcisista y espectacular. En la actualidad, el deporte de masas es, en lo esencial, una actividad dominada por la búsqueda del placer, del dinamismo, de la experiencia de uno mismo. Después del deporte disciplinario y moralista, he aquí el deporte ocio, el deporte salud, el deporte desafíos. La emoción corporal, el placer, la sensación, el equilibrio íntimo, la forma física y psicológica son hoy los emblemas más significativos del individualismo narcisista. Ya no del deporte aristocrático, sino del deporte a la carta, en el que cada día aumenta la gama de ofertas diversificadas en las que todas pretenden el culto al cuerpo. Así el deporte se ha desmoralizado, se ha liberado de cualquier ideal trascendente que no sea el triunfo del mismo. El deporte pues por sus propias características de competitividad, eficiencia, record, espectáculo e incluso, de desmesura física se ha convertido frecuentemente en la desnaturalización de la educación física y puede que incluso en anti educativo como lo expresó el profesor Joel Peña en su ponencia.
Por otra parte, el deporte es ante todo educación. El hombre expresa de algún modo su peculiar manera de ser y la conforma. Como educación no es, claro está, sólo educación del cuerpo, sino del hombre; pero, como física, lo es de una manera muy directa a través del cuerpo, en tanto éste puede ser una vía de enriquecimiento humano y de desarrollo global del sujeto sin descuidar todos los ámbitos que integran la personalidad.
Por esta razón, el profesional de la actividad física y el deporte debe fomentar esa totalidad formativa de esta actividad y debe promover la adquisición de valores deseables a través de su práctica, si bien debemos señalar, tal y como dice el profesor Guillermo, con la mera participación no se garantiza la adquisición de valores educativos.
Así mismo, Petrus indica que: son las condiciones de su práctica las que confirman sus posibilidades educativas. El deporte puede favorecer la adquisición de competencias sociales si su diseño es el adecuado (Petrus 1999, p. 32).
Siguiendo esta misma línea de reflexión, Arnold (1991) indica que el deporte puede utilizarse con buenos y malos propósitos. Bien aplicado, puede enseñar resistencia y estimular un sentimiento de juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses personales a los del grupo. De esta manera, el deporte como universal cultural del siglo XXI engloba un amplio repertorio de símbolos, valores, normas y comportamientos que lo identifican y diferencian con nitidez de otras prácticas sociales.
Entender esto significa ser consciente de su validez como herramienta pedagógica necesaria para participar y promover un modelo de relación educativa que favorezca la igualdad de oportunidades a través de la integración y, al mismo tiempo, el reconocimiento de las identidades minoritarias a través de la atención a su diversidad cultural.
La estructura del deporte refleja diferentes esquemas de participación y modelos de comportamiento de las personas en relación con cada estructura deportiva. Gutiérrez, en su obra «Valores sociales y deporte», propone un modelo para el desarrollo y promoción de valores sociales y personales a través de la actividad física y el deporte, en el que se contemplen todos los estamentos susceptibles de ejercer algún tipo de influencia sobre la formación del esquema de valores de cada persona, basándose este modelo en que no se le pide a nadie que asuma completamente la responsabilidad del proceso de todo el modelo, sino que cada uno, en función del rol que le corresponde, asuma su papel, que los demás ya harán el resto: los padres, los deportistas, los organizadores y los profesores y entrenadores, asumiendo el compromiso de su función, la educación, ya sea deportiva o general, teniendo siempre presente el repertorio de valores que una sociedad pluralista, de respeto y orientada hacia la igualdad, demanda.
LOS VALORES EN LA PRÁCTICA DEPORTIVA
Existen diferentes planteamientos para extraer los valores relevantes de la práctica físico-deportiva y en función de estos planteamientos se encuentra diferentes clasificaciones y recopilaciones de éstos. Así, un primer procedimiento es mediante las conclusiones extraídas de foros científicos en los que participan expertos sobre el tema y aportan sus propios repertorios de valores; de igual modo, esta propuesta puede surgir de la entrevista directa o indirecta a los participantes de diferentes deportes, a los cuales se les interroga sobre aspectos relevantes de la práctica deportiva; la utilización de escalas y cuestionarios permite obtener conclusiones sobre los valores de la educación física y los deportes, y, por último, utilizando el análisis de las manifestaciones deportivas tanto en tiempo real como mediante el uso de filmaciones.
A continuación se presentará algunas de las clasificaciones de los valores que han sido recogidas por diferentes autores:
DIMENSION GENERAL
Justicia, honestidad, lealtad, respeto a los demás, respeto a las diferencias culturales, juego limpio, eliminación de perjuicios, amistad internacional, comportamiento ético, autocontrol, humildad, verdad, intercambio cultural y autorrealización máxima.
DIMENSION PSICOSOCIAL
Disfrute, diversión, alegría, autoestima, autorespeto, respeto a los puntos de vistas diferentes, respeto a los adversarios, control emocional, auto disciplina, tolerancia, paciencia, liderazgo, responsabilidad, reconocimiento personal, independencia, intereses vocacionales, aprecio y respeto por la naturaleza, amistad, empatía y cooperación.
En suma, son numerosos los autores que ponen de manifiesto la posibilidad de abordar desde la educación física y el deporte el desarrollo de valores, bien desde una perspectiva general, bien relación ándolo con temas transversales del currículo o bien desde una perspectiva particular y pormenorizada que incluye la catalogación de estos valores. Siendo el contexto de la práctica deportiva un excelente lugar para el desarrollo de valores sociales y personales de alumnos y deportistas, es necesario poner una intención precisa en la educación de estos valores; si lo que queremos es una adquisición de los mismos, no sólo la práctica lo garantiza; debe existir una intencionalidad y organización a tal efecto.

Senatus Lucson



VALORES EN EL DEPORTE

Desde hace mucho tiempo, gran  numerosos autores han venido insistiendo en la necesidad de educar en valores; son varios los estudios que han incidido en este campo y en todos ellos se hace referencia a la redundancia de esta aseveración, ya que si no se educa en valores no sé está educando realmente según mi punto de vista. Esta afirmación educativa queda, actualmente, fuera de toda discusión, centrándose el problema actual no en el fundamento de los valores educativos, sino en qué valores son los que deben servir de sustrato y aplicación dentro de los procesos educativos.
La educación física y el deporte han sido y siguen siendo considerados de gran potencial para el desarrollo de valores sociales y personales en el más  propio sentido del tema, aumentando de esta forma su importancia como elemento clave  pedagógico y formativo, pero creando una serie de opciones a los profesionales de la actividad física sobre cómo se quiere que sea la Educación Física escolar y el Deporte escolar o cómo se quiere que sea la práctica de esa actividad motórica en la escuela y fuera de ella, de forma que permita alcanzar los valores que se desea.
La Educación Física, por su vínculo con el Deporte escolar, debe promover los valores que el deporte debe y puede desarrollar; esta disciplina tiene, a través de sus contenidos y actividades, un enorme potencial para desarrollar al niño tanto física como personalmente y, de esta forma, para contribuir a la mejora de la persona. Las prácticas que se organicen deben buscar el desarrollo integral como lo afirmó la secretaria general de la Universidad Deportiva del Sur Mcs Miriam Rodríguez en el Ciclo de conferencia que se realizó, el desarrollo del cuerpo y de la mente, de la autoestima, el sentido ético y moral, de responsabilidad, de autonomía, de superación y de relación y aceptación de los demás, aceptación de las normas, de cooperación, responsabilidad, etc. y todo esto en un clima lúdico y de disfrute. En las clases de Educación Física, el niño debe aprender a competir, resolver problemas, dialogar, superarse, ganar y perder, sin menospreciar a los que lo hacen y disfrutar de la práctica como elemento formador, integrador y emancipador.
El deporte forma parte de la educación y la cultura de los hombres desde tiempos antiguos, disfrutando de grandes y esplendorosas épocas a lo largo de la historia, pero también ha tenido otras de marginación y ostracismo (postergación) en las que el desarrollo físico quedó relegado a un segundo plano frente al intelectual. La concepción del deporte no ha sido la misma en el devenir de los tiempos, de modo que, en cada época, la jerarquía e interpretación de los valores no han sido las mismas siempre, resaltándose unos sobre otros y considerando como positivos ciertos valores que en otros tiempos han sido considerados como inaceptables. Y es en ello en lo que radica esa relatividad de los valores y la necesidad de interpretar cada uno de ellos en función de un tiempo y espacio sociocultural concreto.
El deporte es una actividad con diferentes acepciones en función de la óptica de su estudio, largamente analizado y de una gran complejidad, que cambia su significado en tanto se refiere a una actitud y actividad humana como, y sobre todo, cuando se centra en una realidad social o en un conjunto de realidades sociales. Se centrará en el concepto de deporte escolar, el cual, según Blázquez (1995), tiene un doble sentido: por un lado, incluye aquellas prácticas físicas que se desarrollan en el ámbito de la institución escolar, y, por otro, a las actividades practicadas en edad escolar, no circunscritas a la escuela, pero cuya realización también debe estar sujeta a una orientación educativa y formativa, aunque sea desarrollada extra-escolarmente.
Durante mucho tiempo, el deporte ha sido considerado como una excelente vía de promoción y desarrollo de valores sociales y personales y han sido numerosos los autores que han señalado valores relacionados con el desarrollo personal, el descubrimiento y la educación social, los cuales perduraran durante toda la vida. Sin embargo, últimamente han surgido voces discrepantes con estas afirmaciones, que se basan en la progresiva relevancia del deporte como fenómeno social y su forma de practicarlo, poniendo en tela de juicio su aspecto formativo en lo referente fundamentalmente a los valores éticos.
En esta línea, Gervilla afirma que: También el deporte se ha liberado del lirismo de las virtudes y se ha puesto a tono con la lógica posmoralista, narcisista y espectacular. En la actualidad, el deporte de masas es, en lo esencial, una actividad dominada por la búsqueda del placer, del dinamismo, de la experiencia de uno mismo. Después del deporte disciplinario y moralista, he aquí el deporte ocio, el deporte salud, el deporte desafíos. La emoción corporal, el placer, la sensación, el equilibrio íntimo, la forma física y psicológica son hoy los emblemas más significativos del individualismo narcisista. Ya no del deporte aristocrático, sino del deporte a la carta, en el que cada día aumenta la gama de ofertas diversificadas en las que todas pretenden el culto al cuerpo. Así el deporte se ha desmoralizado, se ha liberado de cualquier ideal trascendente que no sea el triunfo del mismo. El deporte pues por sus propias características de competitividad, eficiencia, record, espectáculo e incluso, de desmesura física se ha convertido frecuentemente en la desnaturalización de la educación física y puede que incluso en anti educativo como lo expresó el profesor Joel Peña en su ponencia.
Por otra parte, el deporte es ante todo educación. El hombre expresa de algún modo su peculiar manera de ser y la conforma. Como educación no es, claro está, sólo educación del cuerpo, sino del hombre; pero, como física, lo es de una manera muy directa a través del cuerpo, en tanto éste puede ser una vía de enriquecimiento humano y de desarrollo global del sujeto sin descuidar todos los ámbitos que integran la personalidad.
Por esta razón, el profesional de la actividad física y el deporte debe fomentar esa totalidad formativa de esta actividad y debe promover la adquisición de valores deseables a través de su práctica, si bien debemos señalar, tal y como dice el profesor Guillermo, con la mera participación no se garantiza la adquisición de valores educativos.
Así mismo, Petrus indica que: son las condiciones de su práctica las que confirman sus posibilidades educativas. El deporte puede favorecer la adquisición de competencias sociales si su diseño es el adecuado (Petrus 1999, p. 32).
Siguiendo esta misma línea de reflexión, Arnold (1991) indica que el deporte puede utilizarse con buenos y malos propósitos. Bien aplicado, puede enseñar resistencia y estimular un sentimiento de juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses personales a los del grupo. De esta manera, el deporte como universal cultural del siglo XXI engloba un amplio repertorio de símbolos, valores, normas y comportamientos que lo identifican y diferencian con nitidez de otras prácticas sociales.
Entender esto significa ser consciente de su validez como herramienta pedagógica necesaria para participar y promover un modelo de relación educativa que favorezca la igualdad de oportunidades a través de la integración y, al mismo tiempo, el reconocimiento de las identidades minoritarias a través de la atención a su diversidad cultural.
La estructura del deporte refleja diferentes esquemas de participación y modelos de comportamiento de las personas en relación con cada estructura deportiva. Gutiérrez, en su obra «Valores sociales y deporte», propone un modelo para el desarrollo y promoción de valores sociales y personales a través de la actividad física y el deporte, en el que se contemplen todos los estamentos susceptibles de ejercer algún tipo de influencia sobre la formación del esquema de valores de cada persona, basándose este modelo en que no se le pide a nadie que asuma completamente la responsabilidad del proceso de todo el modelo, sino que cada uno, en función del rol que le corresponde, asuma su papel, que los demás ya harán el resto: los padres, los deportistas, los organizadores y los profesores y entrenadores, asumiendo el compromiso de su función, la educación, ya sea deportiva o general, teniendo siempre presente el repertorio de valores que una sociedad pluralista, de respeto y orientada hacia la igualdad, demanda.
LOS VALORES EN LA PRÁCTICA DEPORTIVA
Existen diferentes planteamientos para extraer los valores relevantes de la práctica físico-deportiva y en función de estos planteamientos se encuentra diferentes clasificaciones y recopilaciones de éstos. Así, un primer procedimiento es mediante las conclusiones extraídas de foros científicos en los que participan expertos sobre el tema y aportan sus propios repertorios de valores; de igual modo, esta propuesta puede surgir de la entrevista directa o indirecta a los participantes de diferentes deportes, a los cuales se les interroga sobre aspectos relevantes de la práctica deportiva; la utilización de escalas y cuestionarios permite obtener conclusiones sobre los valores de la educación física y los deportes, y, por último, utilizando el análisis de las manifestaciones deportivas tanto en tiempo real como mediante el uso de filmaciones.
A continuación se presentará algunas de las clasificaciones de los valores que han sido recogidas por diferentes autores:
DIMENSION GENERAL
Justicia, honestidad, lealtad, respeto a los demás, respeto a las diferencias culturales, juego limpio, eliminación de perjuicios, amistad internacional, comportamiento ético, autocontrol, humildad, verdad, intercambio cultural y autorrealización máxima.
DIMENSION PSICOSOCIAL
Disfrute, diversión, alegría, autoestima, autorespeto, respeto a los puntos de vistas diferentes, respeto a los adversarios, control emocional, auto disciplina, tolerancia, paciencia, liderazgo, responsabilidad, reconocimiento personal, independencia, intereses vocacionales, aprecio y respeto por la naturaleza, amistad, empatía y cooperación.
En suma, son numerosos los autores que ponen de manifiesto la posibilidad de abordar desde la educación física y el deporte el desarrollo de valores, bien desde una perspectiva general, bien relación ándolo con temas transversales del currículo o bien desde una perspectiva particular y pormenorizada que incluye la catalogación de estos valores. Siendo el contexto de la práctica deportiva un excelente lugar para el desarrollo de valores sociales y personales de alumnos y deportistas, es necesario poner una intención precisa en la educación de estos valores; si lo que queremos es una adquisición de los mismos, no sólo la práctica lo garantiza; debe existir una intencionalidad y organización a tal efecto.

Senatus Lucson